El Warak’aso (2013-2015), comunmente llamado al golpe con puño cerrado, es el reflejo del interior del ser, detonado en la localidad de Macha a 165 kilómetros de Potosí (Bolivia).
Macha es uno de los pueblos afectados por su escaso movimiento debido sobretodo a la migración de sus habitantes, como lo son las regiones rurales actuales del occidente. Pero este pueblo tiene algo más de especial, que a pesar de la aparente desolación, sigue siendo nomás el centro, la fórmula de existencia que lo componen dos grandes Ayllus Manqhasaxa (los de arriba) y Alaxsaya (los de abajo) que se encuentran en constante búsqueda, y del que participan unas 62 comunidades que concentran a jóvenes y adultos entre sus filas, provenientes desde distintas regiones del interior y exterior del país para celebrar el Tinku.
El sereno pueblo de patrimonio místico e histórico de América se ensalza cada inicio de mayo, durante una semana con la llegada de miles de Warak’asos.
Comunidades llegan desde diferentes direcciones al centro, al ritmo musical del Jula Jula que acompañan los movimientos confiados de los fieles con el cuerpo consumado de chicha.
El festín de colores y texturas es el dulce de lo claro y de lo oscuro. Todo esto, cargado de mucha energía que, a su vez, medirá la resistencia del Warak’aso.
El Warak’aso es sin darnos cuenta: respeto, es la defensa de la existencia del bien y el mal (arriba y abajo) dentro de uno mismo que destruye y construye.
El Warak’aso es del Tinku: luz y sombra.