Regla nº1- Con el movimiento del cuerpo, cree imágenes que ensamblen otros paisajes.
Regla nº2- En caso de emergencia, observe el paisaje transformarse en pasaje,
permanezca el espacio que sea necesario para recorrer tiempo y postergue lo que no cabe.
Regla nº3 No tenga reglas.
Una secuencia de cosas improbables, el trabajo permite la deriva, vislumbrar las cosas más insignificantes. Es tan grande el Mar. Tibio en mi vida es un juego semiótico de símbolos deformes que intentan de todas las maneras contar la historia del agua de los afectos.
Memoria, sedimento, experimentación anti-jerárquica y presencia mueven junto en mí las piezas que conseguí reunir hasta aquí: carcasas de dragón, buceador, santa prisionera de la marea profunda. Es seca en el agreste! Llevo mensajes del mar, soy el tibio que desearía del mar para navegar.
Solo sé de mí lo que no sé, pero estoy hablando sobre lo que nace de las flores. Primaveras que no vuelven más y asimismo derraman sus pétalos en las calzadas, entregándose a las raíces, ora llanas, ora quimeras dentro del suelo. Quiero que el viento me cargue, quiero cargar el peso de lo que me falta, nada en los pies, ni tan siquiera el propio suelo con sus devaneos. Entrego el cuerpo a lo que vendrá después de mí, lo que crecerá desapercibido con todo lo que soy y nudos de jazmines entrelazaremos.
Dedico esta búsqueda a todas las almas que quieren encontrar un refugio en el aprender, a las aventuras de desconocidos, a la fantasía de los inadvertidos, y, sobretodo, al movimiento que permite el encuentro entre los lenguajes. A los deseos, luz, un mensaje que viaja.