Por Priscilla Buhr
¿Y si por acaso existiese un lugar sin salida? Laberinto de cielo preso, donde perderse es reencontrarse en su propio calvario. ¿Y si existiese un hogar para nuestros dolores? Una casa sin puertas, sin ventanas donde las memorias son gritos que resuenan en las paredes vacías. ¿Y si existiese un vía crucis sin salvación? 14 estaciones sin rezo, sin piedad de nosotros. Una tierra sin raíz, sin pueblo, sin referencia de pasado, presente o futuro, donde siempre es de día, donde la luz no tiene fin. Un lugar que no se habita, se siente, donde enterramos nuestros muertos aún cuando no tenemos a nadie.
¿Y si existiese un lugar llamado Soledad, usted viviría?
La soledad no es destino, es destierro. Se escoge, pero no tiene escapatoria. No se encuentra en ningún mapa una ruta que nos guíe para afuera, que dé alguna respuesta. Es buscar, en cada pedazo de suelo, un sentido para permanecer. Es un encuentro marcado con el miedo, en un lugar que las horas no pasan. Es perdón seguido de error, seguido de error, seguido de error.
¿Usted viviría en soledad?